La otra invasión imperialista: el drama del pueblo afgano frente al saqueo occidental.
El gobernador de una provincia sureña de Afganistán dijo que 21 civiles murieron luego de un bombardeo aéreo de la coalición internacional durante enfrentamientos con insurgentes.
Assadullah Wafa, gobernador de la provincia de Helmand, dijo que las víctimas, entre quienes se encontraban mujeres y niños, perecieron durante operaciones aéreas de apoyo a tropas internacionales que se enfrentaban a grupos insurgentes en el distrito de Sangin. La coalición internacional informó que uno de sus soldados había perdido la vida durante los combates, pero que no tenía informes sobre muertes de civiles. El martes, el ejército estadounidense declaró estar "profundamente avergonzado" por ocasionar la muerte en marzo pasado, tras un ataque suicida, de 19 civiles cuyas familias serán indemnizadas. Recientemente, funcionarios afganos manifestaron que 51 civiles murieron en bombardeos de la coalición en varias partes del país.
Muchos en Afganistán acusan a la coalición encabezada por Estados Unidos de aplicar "mano demasiado dura" y "tratar a todos los afganos como enemigos", según expresan los analistas. Pero de eso se trata una invasión imperial como la liderada por los yankis: doblegar a un pueblo para someterlo y saquear sus riquezas. Desde octubre de 2001, ese país asiático vive el drama de ser invadido por poderosas tropas extranjeras que lo único que hacen es mantener a raya la gran desestabilización que existe internamente. A las tropas invasoras y a Estados Unidos en particular, poco le interesa la pacificación de Afganistán.
Breve historia de Afganistán.
Afganistán es un país de transición entre el Oriente Medio y Asia Central. Desde los tiempos antiguos fue tierra de pueblos nómadas, seminómadas y sedentarios que se dedicaban a la agricultura y el pastoreo, como así también a las guerras entre ellos. En los tiempos modernos, hacia el siglo XIX precisamente, el imperialismo británico se apoderó de Afganistán y sometió a los diversos pueblos que coexistían en esas tierras.
A partir de 1837 empieza la influencia británica en Afganistán. El 19 de agosto de 1919, durante la Guerra Anglo-Afgana, el país obtuvo su independencia del Reino Unido. Se funda así el reino Pashtú de Afganistán. En 1973 un golpe de estado derribó la monarquía y proclamó la república. Hacia 1978 se instaló un gobierno marxista leninista que instauró profundas reformas sociales, políticas y culturales (reforma agraria colectivista, nacionalizaciones de empresas extranjeras, derechos a la mujer y planes de alfabetización y de salud pública gratuitos para la amplia mayoría de la población), pero la actividad de la guerrilla islámica apoyada por Estados Unidos y el gobierno títere pro occidental de Pakistán provocó la intervención de la URSS, que ayudaría al gobierno revolucionario afgano, pero que terminaría en 1989. Entonces se reanudó la guerra civil y en 1996 los talibanes, antiguos aliados de Ronald Reagan y Bush padre, entraron en Kabul e impusieron un régimen basado en la sharia.
En 2001 tras los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos, una coalición internacional derribó el régimen talibán. En diciembre de 2001, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas autorizó la creación de una fuerza compuesta por tropas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que asistió al gobierno cipayo del pro occidental Hamid Karzai en establecer la dirección de autoridad de la nación. La situación en el país es catastrófica y las tropas invasoras no pueden controlar el estado de insurgencia de ciertos grupos talibanes resistentes y otras etnias locales que se niegan a aceptar el dominio y el yugo foráneos.
Años de inestabilidad y saqueo en Afganistán.
El imperio yanki y sus aliados de la OTAN no fueron en busca de los talibanes y el célebre ex agente de la CIA, el terrorista y socio comercial secreto de los Bush y el reino Saudita, sino que fueron por la mayor reserva de gas de Asia, como así también por las zonas de producción de cultivo de opio y los varios yacimientos de oro.
Estados Unidos, además, siempre ha considerado a Afganistán como una zona geoestratégica para tratar de
1) A partir del triunfo de la Revolución Islámica de Irán de 1979, EE UU buscaría crear gobiernos aliados que traten de contener al régimen de los ayatollah. En principio utilizó al Irak de Hussein en la cruenta guerra irano-irakí de los años ochenta, y a Pakistán, que se encargaba de financiar y armar a los guerrilleros islamitas, entre ellos los talibanes, para tratar de derrocar al gobierno revolucionario socialista afgano en 1979-1989. La instauración del régimen talibán en 1996 complicó el panorama yanki en la región y ante la intransigencia de Kabul islámico, se decidió destruir al gobierno afgano acusado de “terrorista”. Tras la invasión de octubre de 2001, EE UU logró derrocar a un gobierno que se le rebeló y de operar con más facilidad para una futura guerra sobre Irak. La invasión sobre Irak y su pueblo en marzo de 2003, a su vez, “facilitaría” una posible invasión militar sobre Irán. En este caso, y según el mapa de guerra del Pentágono, Irán estaría “cercado” entre un Irak y un Afganistán “controlados” por EE UU. Pero no les es fácil toda esa arquitectura militar.
2) Afganistán es también una puerta de entrada a Asia Central y el Lejano Oriente para tratar de monitorear lo que sucede con dos grandes asiáticos que crecen y desean competir en el mercado mundial como potencias capitalistas fuertes: la India, por un lado, y, especialmente, la China posmaoista. Al tener un gobierno títere en Afganistán, EE UU logra un mejor acercamiento sobre esos dos rivales asiáticos, que tienen firmes intereses en regiones que Washington considera de su “patio imperial”.
La guerra imperialista en Afganistán no se termina y allí, y como en Irak, las tropas invasoras sufren la resistencia local. La situación política de Afganistán es compleja y confusa. Más de dos años después del derrocamiento del régimen talibán a raíz de la intervención en el país de la coalición liderada por los Estados Unidos, en muchos aspectos Afganistán es un estado tan sólo nominalmente. El presidente Hamid Karzai gobierna la capital y no mucho más del resto del país, que continúa siendo muy inestable. Existen aún focos de talibanes que podrían resurgir y una serie de caudillos locales que buscan mantener e incrementar su poder regional. Las Naciones Unidas y otras organizaciones desempeñan un papel crucial en la reconstrucción del país. De cualquier modo, es muy difícil predecir qué va a ser del mismo a largo plazo. La población de Afganistán está dividida en un gran número de grupos étnicos. Como no se ha llevado a cabo un censo sistemático en el país últimamente, no hay disponibles cifras exactas del tamaño y composición de los variados grupos étnicos. Por lo tanto, la mayoría de las cifras son sólo aproximaciones. La distribución de grupos étnicos es el siguiente: pashtunes 38%, tayikos 25%, hazaras 22% y uzbekos 9%. Esfuerzos internacionales para la reconstrucción de Afganistán llevaron a la creación de la Autoridad Interina de Afganistán, como resultado del Acuerdo de Bonn (2001). En enero de 2002, en la Conferencia en Tokio de Donantes para la Reconstrucción de Afganistán, se recolectaron unos 4.500 millones de dólares, que serían administrados por el Banco Mundial. Las áreas prioritarias para la reconstrucción incluyen instalaciones sanitarias, para educación y salud, mejora del sector agrícola, así como también carreteras, energía y telecomunicaciones. Dos tercios de la población vive con menos de dos dólares al día.
