- Informe Especial
Egipto: Una desgraciada Relación con Potencias Europeas*
Por el Tratado de Londres de 1840, el Reino Unido , Austria , Prusia y Rusia quisieron forzar un acuerdo entre el “valí” de Egipto, equivalente a un Gobernador provincial, y el sultán del Imperio Otomano. Mohamed Alí había recibido Egipto y Siria como una posesión de carácter hereditario, y rechazo los términos procurando, por su parte, no perjudicar a Francia. Mohamed Alí fue derrotado, el sultán acepto los términos del Tratado estableciéndose una suerte de protectorado europeo sobre el Imperio. En Egipto Mohamed desde 1815 había impuesto una idea islámica en el sentido de que él representaba la “ruqaba” (plena propiedad de la tierra”) y manejaba Egipto como una propiedad personal; a su vez él pagaba un tributo al sultán y a las ciudades santas de Arabia.
Privilegios a Comerciantes Extranjeros
Las relaciones comerciales y la situación de los comerciantes europeos se acordaron en diversas capitulaciones bilaterales entre el sultán y diversos países. Estas capitulaciones reconocían privilegios diferentes pero especialmente creaban extraterritorialidades restringidas a determinados barrios donde los extranjeros podían aplicar sus propias leyes, designaban un representante para sus negocios y para presentar sus reclamos ante los musulmanes. Este representante más tarde se lo denominó cónsul.
A su vez los cónsules, fueron frecuentemente comerciantes que utilizaron este poder jurisdiccional como medio de extorsión de sus propios connacionales y fueron una fuente frecuente de conflictos con las autoridades locales; así las relaciones dependían del carácter, arrogancia, personalidad y capricho da cada uno.
A fines de la década de los años 1860 el gobierno egipcio aceptó la propuesta de una Comisión Internacional para integrar los tribunales y cortes de apelación de la justicia civil y comercial con jueces nativos pero con mayoría europea con jurisdicción en los casos en que estuvieran involucrados el Gobierno o los príncipes egipcios. Sin embargo Francia opuso ciertas resistencias hasta mediados de la década, lo cual hizo que todos los acuerdos bilaterales con 14 países recién comenzaran a funcionar en 1876.
Los Primeros Prestamistas extranjeros
Los banqueros y comerciantes por entonces proveían el crédito para el comercio internacional. En esta forma habían sustituido la provisión de créditos que anteriormente se realizó por medio de concesiones reales (siglos XVII y XVIII).
En el cercano Oriente la Banca estaba en manos de grupos nacionales minoritarios (griegos y armenios) y grupos religiosos también minoritarios (protestantes, quákeros, judíos) en tanto que algunos banqueros internacionales participaban en el comercio de algodón, trasporte marítimo por el río Nilo, y la construcción del Canal de Suez comenzado en 1859 y abierto al tráfico en 1869.
Los Primeros Bonos
Mohamed Alí, gobernador egipcio entre 1805 y 1848, habia padecido enormes penurias financieras. Su sucesor, aconsejado por el empresario del Canal, Ferdinand de Lesseps, comenzó a emitir bonos con descuento y a corto plazo que rendían entre el 12 y el 18 %
de interés, tasas que eran muy atractivas para los inversionistas europeos, si bien la garantía egipcia era débil.
En efecto, en primer lugar el estado de “independencia” egipcia del sultán era dudoso y creaba problemas internacionales.
En segundo lugar, no se conocía una distinción clara entre la propiedad personal de “vali” y las cuentas del tesoro egipcio.
El primer empréstito viene de la mano francesa
En 1860 se emitió empréstito egipcio negociado por el polaco Paulino Bey con la casa bancaria Francesa de Ch. Lafitte y el Comptoir d´Escompe por francos franceses por 28 millones con el compromiso de no realizar nuevas emisiones a corto plazo de bonos. Sin embargo el tesoro egipcio realizó varias emisiones en pocos años.
Suspensión de pagos de la deuda Egipcia
En 1876 la deuda flotante de Egipto era de 26 millones de libvras esterlinas y se encontraban fundamentalmente en manos del Crédit Fonciere francés que presionaba para que se renegociara una nueva consolidación.
En abril de 1976 Egipto suspendió los pagos por intereses y, como en el caso de Turquía que también suspendió sus pagos en 1875, se acordó crear la denominada Caja de la Deuda, con representantes de los acreedores para administrar las finanzas de Egipto, así como para recibir los ingresos.
En la integración de la Caja se incorporaron Reino Unid, Francia, Austria e Italia. Los bonos a corto plazo de 1875 apenas pudieron ser colocados a un precio de 25%. Con el crédito tan debilitado y apurado por sus acreedores Egipto ofreció a Francia venderle 176.000 acciones de la Compañía del Canal de Suez.
El mayor Evelyn Baring fue designado por los tenedores de bonos en 1879 comisionado inglés en la Caja de la Deuda.
Pero, finalmente, las compró Gran Bretaña gracias a una rápida decisión del primer ministro Disreali por un monto de 3.4 millones de libras esterlinas, basándose en una información que le proporcionó su amigo el barón Lionel Rtschild.
La deuda pendiente se consolidó en 91 millones de libras esterlinas, con garantía general de las rentas egipcias, al 7 % de interés más el 1 % de amortización, por un plazo total de 65 años.
El monto de los servicios anuales se estimó en 6.3 millones de libras por año sobre un total de ingresos de Egipto del orden de los 9.5 millones. Es decir, 2/3 de los ingressos se destinaron a servir la deuda.
Esta proporción disminuyó al 40 % en 1900 y en 1914 era aún del 25%, es decir que las penurias de la deuda egipcia duraron nada menos que 25 años.
Egipto fue tratado duramente: en 1880 su deuda externa en términos por habitante era las más elevada del mundo ( 14 libras ) y se distribuía 40 % en manos francesas y 25 % entre ingleses.
El problema del espectacular crecimiento de la deuda egipcia debe analizarse considerando:
1) La confusión entre la capacidad legal de contratar por parte de los “gobernadores” (sean “valis, pashas o kedhive”, nombres de las autoridades egipcias durante el siglo XIX) y de hipotecar sus ingresos;
2) Confusión entre el crédito personal del gobernador y el del Gobierno así como la facultad para gravar al contribuyente egipcio con impuestos;
3) objetivos políticos y estratégicos así como el conflicto entre los objetivos de Francia y de Gran Bretaña respecto del sultán y de la autoridad en Egipto. Los propósitos políticos de estos países fueron perseguidos por medios financieros tanto por Napoleón II y III como por la Inglaterra de Disreali. Un informe de un funcionario Inglés enviado por Disreali, Stephen Cave, en 1875 destacó las dificultades para imponer un sistema de crédito europeo a una sociedad que funcionaba con otras pautas, que no comprendía el alcance de los compromisos financieros y cuyos métodos administrativos no valoraban ni permitían ningún control.
* Eduardo A. Zalduendo, Capítulo II “Deudas, Repudios y otros problemas en Europa, el Mundo Mediterráneo y China”, La Deuda Externa, Ed. Desalma, Buenos Aires, 1988.