- Editorial
Kirchner y Macri, dos caras de la misma moneda
Los medios masivos de desinformación rápidamente analizaban entusiastas sobre la decadencia del gobierno nacional, el paulatino final de la llamada “vieja política”, del cansancio de la ciudadanía ante Kirchner y sus parloteos anti noventas.
Es más, hasta casi celebraban de manera casi proselitista los festejos de Macri y sus huestes políticas como si fuera el inicio de una nueva era de cambio para la Argentina.
La derecha que se pretende humanista, y hasta vestida falsamente de justicia social, ha logrado ganar en la Capital Federal es te último domingo, en el ballotage, logrando el control político de la metrópolis nacional, con todo lo que ello significa.
¿Derrota del “progresismo” que el Frente para la Victoria nos hizo creer que tenía desde el 25 de mayo de 2003? ¿Derrota de los que gobiernan por la “justicia social”? ¿Derrota de aquellos que se presentaron como los luchadores antineoliberales?
Indudablemente, no.
El triunfo de Macri en la Capital no es más que un avance de la derecha que resiste y no ha sido desmantelada de nuestro país. Es la consecuencia más directa de la mentira del discurso del gobierno nacional. Es el triunfo de los que realmente tienen el poder sobre nuestro pueblo. Es la victoria de los que lograron hacer resistir el modelo neoliberal de los noventa, que el gobierno nacional actual jamás combatió para erradicarlo.
El progresismo barato, chato, retórico, cínico y mentiroso del kirchnerismo cedió ante la falsa humanización de derechistas y poderosos intereses locales a los cuales les resultó fácil ganar con su guiñol, el acaudalado Mauricio Macri, una pulseada significativa contra el gobierno de turno.
Y qué reflexionar sobre el campo popular, sobre las fuerzas políticas de izquierda, en esta coyuntura.
El estallido del 19 y 20 de diciembre de 2001 quedó lejos…
Este martes 26 de junio se cumplieron cinco años del asesinato de Darío y Maxi a manos de la policía duhaldista en el Puente Pueyrredón, en Avellaneda, y los responsables políticos, desde Eduardo Duhalde, pasando por el actual gobernador bonaerense Felipe Solá, y el actual ministro del interior, “Caníbal” Fernández, entre otros, siguen impunes y no condenados por esa masacre, digna de los años oscuros de la guerra sucia derechista de los setenta.
Desde entonces, y con la emergencia de la mentira progre del discurso oficial, el campo popular sufriría un gran receso, una retaguardia preocupante…
Las tradicionales y estancadas fuerzas de la izquierda local lamentablemente han contribuido a esta crítica situación con sus divisiones, facciones teoricistas, oportunismo prebendario, mezquindades, trasnochados burocratismos internos y vedettismos; no logrando una transparencia en la organización para la unidad del campo popular, que se ve desnudo y perdido ante los falsos cantos de sirenas progresistas del kirchnerismo, por un lado, y, por la peligrosidad de la resistencia neoliberal y del mercantilizado discurso de los fascistas y xenófobos de turno.
Pura egolatría vanguardista que azota a las estructuras partidarias de nuestro campo popular. La vanguardia no se declama, se conquista y se ejerce!
Queda por decir en estos comienzos que Kirchner y Macri, en definitiva, son dos caras distintas, pero de la misma moneda.
De la moneda de la exclusión, el saqueo del país, los negociados turbios, los falsos discursos, del poder por el poder, del neoliberalismo que resiste…
Que resiste ante un campo popular desorientado, casi huérfano…
Sin lugar a dudas, nuestro pueblo tiene todavía ese potencial de lucha a pesar de los duros obstáculos, de los falsos profetas del progresismo, a pesar de la euforia de los derechistas y de las dificultades de la izquierda local para revertir su crítica situación…
No quedará en vano la sangre derramada de diciembre de 2001, de Darío y Maxi, y de todos los luchadores anónimos que han sido mártires y víctimas del modelo neoliberal que defienden los Kirchner y los Macri actualmente, desde falsos quiebres discursivos del paradigma neoliberal reinante.
La sangre del pueblo derramada será el desafortunado pero cálido riego a una nueva palabra que brotará como excrecencia de nuevo amanecer de las penumbras en las que nos hemos inmerso.
Está en nosotros recuperar la palabra, nuestra PALABRA!
Esa PALABRA que logre apropiarse de nuestros sentidos, que torne al espacio en constante movilidad, en pura y material transformación para que los sinrazones no comiencen a consumirnos.