- Internacionales
¿Y la dictadura capitalista coreana del pasado?
Por Mauricio David Idrimi
El encuentro histórico entre los dos mandatarios coreanos en Pyongyang, capital de Corea del Norte, parece abrir las esperanzas para que termine el conflicto de guerra fría pendiente desde la guerra de 1950-1953. Toda la prensa internacional nos habla de que puede haber posibilidades de apoyo económico y social por parte de Seúl a sus vecinos de Corea del Norte, que vive una etapa de aislamiento internacional muy severo. También hace referencia a la posibilidad de que el régimen de Kim Jung Il deje sus proyectos de armamentismo atómico y lo desmantele de una vez para la propia seguridad en Asia Oriental. De hecho, China anunció que Corea del Norte aceptó desactivar su reactor principal y publicar detalles de su programa nuclear antes del 31 de diciembre de 2007. El acuerdo se produjo en el marco de las negociaciones con representantes de China, Estados Unidos, Rusia, Japón y las dos Coreas. Todos buscan centrar la mirada en lo que puede llegar hacer Corea del Norte, considerada por los líderes de Occidente como un peligro nuclear mundial.
Estados Unidos siempre ha hostilizado a Corea del Norte y buscó diferentes formas de aislar a ese país como sea. Una de las muchas demostraciones fue cuando, en el 2002, el presidente George W. Bush calificó a Corea del Norte como un miembro colegiado del “eje del mal” junto a Irak e Irán.Corea del Norte estaba desarrollando bombas de plutonio y representaba una amenaza inminente, según la Inteligencia de Estados Unidos. Los cargos en realidad instigaron las propias amenazas contra las que Washington había advertido.Corea del Norte, a diferencia de Irak, ya podía defenderse a sí misma con una artillería masiva apuntando a Seúl, Corea del Sur, y a las tropas de Estados Unidos cerca de la zona desmilitarizada. Las apuestas se elevaron a medida que Corea del Norte comenzó a acumular su arsenal de armas nucleares. Corea del Norte se armaba para defenderse y esa política ha sido una constante desde el fin de la guerra de 1950-1953.
Estados Unidos siempre ha hostilizado a Corea del Norte y buscó diferentes formas de aislar a ese país como sea. Una de las muchas demostraciones fue cuando, en el 2002, el presidente George W. Bush calificó a Corea del Norte como un miembro colegiado del “eje del mal” junto a Irak e Irán.Corea del Norte estaba desarrollando bombas de plutonio y representaba una amenaza inminente, según la Inteligencia de Estados Unidos. Los cargos en realidad instigaron las propias amenazas contra las que Washington había advertido.Corea del Norte, a diferencia de Irak, ya podía defenderse a sí misma con una artillería masiva apuntando a Seúl, Corea del Sur, y a las tropas de Estados Unidos cerca de la zona desmilitarizada. Las apuestas se elevaron a medida que Corea del Norte comenzó a acumular su arsenal de armas nucleares. Corea del Norte se armaba para defenderse y esa política ha sido una constante desde el fin de la guerra de 1950-1953.
Pero nadie habla del pasado dictatorial de Corea del Sur. Gracias a regímenes autoritarios enclavados en Seúl se dio el denominado “milagro económico” de Corea del Sur tan admirado por los neoliberales. Corea del Sur desde los tiempos de la guerra de 1950 y 1953 ha sufrido un régimen dictatorial pro estadounidense que permitió una explotación del trabajo asalariado y a su vez una rica y abultada acumulación capitalista.
Corea del Sur alcanzó los resultados capitalistas que conocemos bajo el yugo de un régimen dictatorial particularmente represivo, protegido por Estados Unidos en el marco de su lucha contra los regímenes socialistas.
El pretendido éxito surcoreano se obtuvo gracias a varios factores
Corea del Sur alcanzó los resultados capitalistas que conocemos bajo el yugo de un régimen dictatorial particularmente represivo, protegido por Estados Unidos en el marco de su lucha contra los regímenes socialistas.
El pretendido éxito surcoreano se obtuvo gracias a varios factores
Los principales son: una fuerte intervención del Estado (que dirigió el proceso con mano de hierro); un apoyo financiero (en forma de donaciones) y técnico muy importante de Estados Unidos; la realización desde el comienzo de una reforma agraria radical que alentó el minifundio; la aplicación de un modelo de industrialización por sustitución de importaciones durante 25 años, que se fue convirtiendo progresivamente en sustitución de exportaciones (paso que no habría sido posible sin el paso anterior); la política permanente de represión del movimiento obrero (prohibición de los sindicatos); la sobreexplotación de campesinos y obreros; el control del Estado sobre el sector bancario; la aplicación de una planificación autoritaria; un control estricto del cambio y de los movimientos de capitales; la fijación estatal de precios para una amplia gama de productos, la benevolencia de Estados Unidos, que toleraron a Corea lo que prohibían a otros países. El Estado coreano también realizó un gran esfuerzo en educación, lo que le permitió ofrecer a las empresas una mano de obra muy calificada.
Corea del Sur vivió las dictaduras militares de Rhee (1948-1960), la de Park Chung Hee (1961-1979) y el de Chun Doo Hwan (1980-1988). Estos regímenes autoritarios tuvieron la bendición económica de Washington y luego del Banco Mundial y el FMI.
A partir de 1962, la financiación exterior evolucionó progresivamente, pero las donaciones siguieron siendo su fuente principal hasta 1966. Estados Unidos presionaron a Corea para que reanudara las relaciones económicas con Japón, el cual firmó un acuerdo por diez años (1965-1975) que preveía una ayuda económica de 500 millones de dólares, de los cuales, 300 millones como donaciones.
Corea del Sur vivió las dictaduras militares de Rhee (1948-1960), la de Park Chung Hee (1961-1979) y el de Chun Doo Hwan (1980-1988). Estos regímenes autoritarios tuvieron la bendición económica de Washington y luego del Banco Mundial y el FMI.
A partir de 1962, la financiación exterior evolucionó progresivamente, pero las donaciones siguieron siendo su fuente principal hasta 1966. Estados Unidos presionaron a Corea para que reanudara las relaciones económicas con Japón, el cual firmó un acuerdo por diez años (1965-1975) que preveía una ayuda económica de 500 millones de dólares, de los cuales, 300 millones como donaciones.
Corea del Sur contrató su primer préstamo con el Banco Mundial en 1962, y firmó un primer acuerdo con el FMI en 1965 (bajo la presión de los Estados Unidos).
El régimen de Park Chung Hee favoreció el desarrollo de chaebols, amplios conglomerados creados a partir de un número limitado de sociedades privadas, seleccionadas por Park, para constituir la punta de lanza de la nueva industria. Estos chaebols son conocidos hoy en el mundo entero: Samsung, Hyundai, Lucky Goldstar, Daewoo, Kia, etc. Los chaebols se beneficiaron, año tras año, de aportaciones financieras del Estado, considerables y a menudo gratuitas. Los préstamos que el régimen o sus bancos contraían (a tipos de mercado), en general con bancos estadounidenses antes de que Japón ocupara el primer lugar en los años setenta, sirvieron para brindar a los chaebols fuentes de capitales casi inagotables, a tasas de interés que desafiaban toda competencia, incluso a veces a fondo perdido. A todo esto se sumaron las subvenciones directas del Estado. Éste, de hecho, asumió el control de la economía por intermedio de una Oficina de planificación. Y dirigió con mano de hierro todas las opciones de desarrollo tomadas por los chaebols.
Después del asesinato del dictador Park Chung Hee y la instauración de la dictadura del general Chun Doo Hwan, la orientación económica no cambió esencialmente. Corea del Sur, que se había endeudado mucho en el curso de los años del decenio de 1970 con los bancos extranjeros, en su mayor parte japoneses, sufrió con más dureza que los otros países endeudados el choque del alza brusca de las tasas de interés, pues sus deudas eran a interés variable. En 1983, Corea del Sur ocupaba el cuarto lugar en la lista de los países más endeudados en valores absolutos (43.000 millones de dólares), sólo superada por Brasil (98.000 millones), México (93.000 millones) y Argentina (45.000 millones), pero una vez más su situación geoestratégica le valió un trato diferente al de los demás países en desarrollo. Japón acudió en su ayuda otorgándole 3.000 millones de dólares, en concepto de reparaciones de guerra, que Corea del Sur utilizó para cumplir el reembolso de la deuda con los banqueros japoneses. Esto le permitió salvarse de tener que apelar al FMI y plegarse a sus condiciones draconianas. Por su parte, el gobierno japonés evitó de este modo la quiebra de algunos de sus bancos y obtuvo de Corea del Sur mayores facilidades de inversión. El “milagro surcoreano” no se debió a la “mano invisible” del mercado como dijo Adam Smith en el siglo XVIII. Sino que hicieron falta las dictaduras atroces para consolidar un modelo neoliberal capitalista en Corea del Sur que no dudó en sobreexplotar a los trabajadores urbanos y rurales. Las dictaduras surcoreanas impusieron leyes marciales contra las huelgas obreras y estudiantiles. Prohibieron la formación de sindicatos libres y hasta intervinieron universidades. Utilizaron la represión no solo de los policías y militares locales, sino también de los marines norteamericanos afincados en Corea del Sur. También tenían campos de concentración para opositores y aplicaban torturas a los prisioneros políticos. Recién en los noventa se consolidaría un sistema democrático liberal, pero ya ha corrido mucha sangre y aún los militares tienen influencia en el plano político surcoreano, como así también los políticos conservadores y anticomunistas acérrimos. Se calcula que más de 200 000 muertes tiene en su prontuario la etapa dictatorial surcoreana. El capitalismo exitoso de Seúl no fue obra de democracias libres, sino de dictaduras asesinas.