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Editorial 3 de mayo de 2007

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Las Hormigas Amazonas (Polyergus “Yankeescens”) al borde de la extinción



En las Selvas Amazónicas de Sudamérica existe una especie de hormiga invasora que se dedica a cazar y conquistar especies de hormigas más débiles para apoderarse de sus ninfas y sus huevos…
Se trata de las hormigas amazónicas esclavistas, Polyergus rufescens.

Guerreras del pequeño universo de las selvas sudamericanas, forman verdaderos ejércitos saqueadores en busca de sus futuras víctimas, hormigas más pequeñas…
Las atacadas conocen la venida de las adversarias; las más bravas se aprontan y salen a combatirlas, mientras el resto huye, llevándose el mayor número posible de huevos y larvas. Posteriormente se esconden en árboles o pastos altos, único refugio seguro, pues las amazonas no pueden trepar.
Entre tanto la batalla continúa; los defensores pelean por sus vidas, sus hogares y sus crías; pero resulta inútil: la victoria pertenece a las poderosas amazonas. Éstas penetran en la ciudad enemiga, exterminan a cuanta hormiga adulta encuentran y se apoderan de sus huevos, de sus larvas y de sus ninfas.

Las hormigas que nacen del botín son las esclavas de las amazonas…

Nacen sin darse cuenta de que viven bajo el yugo de la tiranía de vecinos poderosos… De enemigos que viven del arte bélico, del saqueo y de la fuerza bruta…
De enemigos que les arrebataron su propia vida natural para servirlos y alimentarlos para proseguir con la macabra cacería…

Sin aceptar las absurdas teorías de los sociobiólogos, que creen que las desigualdades sociales ya están marcadas por la dictadura de la genética y la vida natural, las terribles Polyergus rufescens nos recuerdan al sistema actual imperial.

En las realidades del mundo actual millones de seres humanos pueden ser comparados con las hormigas esclavizadas por las amazónicas guerreras.

Un imperio, el de Estados Unidos, gendarme defensor del sistema capitalista depredador y creador de las peores barbaries, para alimentarse y proseguir con sus acciones militares de dominación planetaria, penetra en países considerados enemigos, extermina a inocentes y se apodera de la vida de los conquistados.

Los guerreros yankis invaden, conquistan, masacran y esclavizan, a los pueblos para saquearles sus riquezas y así poder seguir nutriéndose para la siguiente cacería…

Esclavizando en la actualidad a afganos e irakíes, tratando de doblegar a los somalíes, a los iraníes, a Cuba, Venezuela, Bolivia, Zimbabwe, Corea del Norte, Birmania y Sudán, entre otros posibles “rebeldes”, estas hormigas guardianas del sistema capitalista asesino y genocida, pretenden satisfacer a los magnates imperialistas.

A una minoría de tiranos adinerados que buscan que millones de vidas humanas sean como aquellas larvas y ninfas cazadas por las hormigas amazónicas esclavistas:

Que nazcan esclavas sin saber que lo serán. Que naturalicen la opresión en la que vivirán.

Que sean criadas para trabajar sin obtener mucho a cambio, o casi nada…
Que sirvan a los imperialistas, a sus legiones invasoras, a sus planes de saqueo, a las ansias capitalistas de continuar engendrando la globalización de las desigualdades entre los pueblos del planeta…


En el mundo natural de las hormigas las actitudes guerreras y saqueadoras de ciertas especies, la genética establece los parámetros de vida y conductas zoológicas…
Pero en la realidad humana, al contrario de lo que tratan de defender los derechistas sociobiólogos, los genes no determinan la naturaleza de la cultura humana.
Es decir, las desigualdades sociales y el fenómeno del imperialismo son claras construcciones históricas y culturales que pueden ser transformadas…

Ni dioses, ni mandatos del cielo o el infierno, ni los genes, ni nada biológico, puede determinar, ni mucho menos legitimar, las crudas realidades clasistas que engendra el sistema capitalista desde que surgió de la expansión europea occidental de los siglos XV, XVI y XVII.


Las Polyergus rufescens, las hormigas amazonas esclavizadoras superan en tamaño y salvajismo a sus conquistadas, son eficaces en el combate y con sus temibles mandíbulas pueden atravesar fácilmente las cabezas de sus adversarios. Irónicamente, está característica funcional para su hambre expansionista, es un verdadera problema en otros aspectos. Esas mismas mandíbulas con las que destroza los cuerpos de sus oponentes, las hace incapaces de incubar y sobre todo de alimentarse por sí mismas, necesitando para esto de las hormigas más pequeñas.


Nosotros, los esclavos, las hormigas, tenemos la posibilidad, de comprender que su necesidad de alimentarse es a costa de nuestro ciego esfuerzo, que sin hombres esclavos, sin hormigas obreras, la soberbia y el barbarismo de las guerreras amazónicas esclavizadoras del imperio norteamericano y de la Europa colonialista, no podrían subsistir. La tarea no es sólo comprender el porqué de la opresión, sino también, destruirlo con el sacrificio de nuestra lucha…
La posibilidad de salirse del conformismo naturalizado y de las cadenas del yugo del capital, para luchar por un mundo mejor y sin guerreros que defiendan a tiranos del capital que creen tener derecho sobre cada vida humana que vive en este planeta.

Grupo Editorial " Al Dorso"