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Editorial 12 de Julio de 2007

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Deuda externa y fútbol

Una vez más el fútbol vuelve a la escena de nuestras emociones. Mucho aburrimiento, poca elegancia y una gran dosis de homogeneidad parece ser el menú, bajo en calorías, que nos ofrece esta Copa América 2007.

Este campeonato que se realiza en Venezuela tiene un color muy especial.
La Copa América, que este domingo culmina, se realiza en suelo de un país que ha elegido paulatinamente salirse de los papeles de la sumisión hacia el gigante del Norte, hacia los designios de la Casa Blanca.

Los ojos estaban puestos en el gobierno del presidente Hugo Chávez y en cómo este líder supuestamente utilizaría el célebre certamen futbolístico para promocionar la denominada “Revolución Bolivariana”, que promete volcarse al socialismo en estos albores del siglo XXI.

Pero lo mismo de siempre: Sobresale el juego frío, especulativo y europeizante de equipos potenciales como Argentina, Brasil y Uruguay, que distan mucho de esa célebre identidad atrevida de fútbol latinoamericano.

Nada nuevo bajo el sol.

Imaginémonos que el certamen de la Copa América “Venezuela 2007”, no lo realice la COMEBOL, ni la FIFA, sino el Banco Interamericano de Desarrollo, bajo patrocinio del FMI y el Banco Mundial.

Imaginémonos que los equipos sobresalen no por sus capacidades y dotes futbolísticas, sino por su capacidad de endeudamiento externo y dotes de pago de créditos a los buitres del Norte.

Los países al sur del río Bravo y de la península de la Florida que participan del certamen tienen sus historiales lamentables y vergonzosos de endeudamiento a costa de millones que no le deben nada al ejército de aves carroñeras del Norte.

Y ahí tenemos a los equipos estrellas de México, Brasil, la Argentina, Ecuador…, brindándonos un historial de políticos cleptómanos cómplices, de dictaduras genocidas, de ministros siervos y aprendices de brujos de los gurúes del libre mercado y la globalización desigual, de burguesías nacionales acordes a los designios de las multinacionales…

En este mundo de comienzos de siglo, el fútbol profesional condena lo que es inútil, y es inútil lo que no es rentable.
La tecnocracia del deporte profesional ha ido imponiendo un fútbol de pura velocidad y mucha fuerza, que renuncia a la alegría, atrofia la fantasía y prohíbe la osadía.
Y el campeón de toda esta farsa, de toda esta estafa, es el equipo comandado por el tío Sam, ese lobo disfrazado de cordero, ese buitre trajeado de águila, de inocente apariencia y falsa dignidad necesaria para justificar sus crímenes y alimentarse del sanguíneo despojo.

Si señores, Estados Unidos es el mayor deudor del planeta, el campeón del endeudamiento.

Y se da el lujo de presionar a los países del Sur a que sacrifiquen la mayor parte de su presupuesto nacional al pago de las deudas ilegítimas, para que nuestros pueblos no gocen de los derechos humanos básicos: derecho a la salud, derecho a la educación, derecho a la alimentación, derecho al trabajo, derecho a vivir…

Está claro quienes son los perdedores en esta Copa América de Deuda, Venezuela 2007: son los trabajadores, los campesinos, los pobres, las masas siempre olvidadas y relegadas destinadas a realizar los esfuerzos y sufrir las peores consecuencias de los llamados “ajustes” del neoliberalismo.

A sufrir los pagos de algo que no deben y que nunca han contraído…
A sufrir las políticas entreguistas de gobiernos hipócritas, mentirosos y decididos a no romper con el tuberculoso paradigma neoliberal reinante.

Obediencia, velocidad, fuerza, y nada de firuletes éste es el molde que la globalización impone.Se fabrica en serie un fútbol más frío que una heladera.Y más implacable que una máquina trituradora.

Llegarán los días en que los perdedores de hoy asalten sus cielos usurpados de faunos traidores, e impongan la tan ansiada ley de la vida, desterrando definitivamente la gallardía irreverente de la cínica muerte.

Grupo Editorial "Al Dorso"