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Programa 5 de julio de 2007

  • Editorial



La CIA, asesina ayer y hoy.



Nunca olvidaremos
las mañanas oscuras
las tardes desoladas
las noches desterradas
los días sin vida.


Hace casi más de una semana el presidente norteamericano Georges Bush ordenó desclasificar documentos de la célebre Agencia Central de Inteligencia, la CIA, en los que cuales se revelaron algunos de los peores métodos ilegales utilizados por esa institución durante 25 años, entre los que figuran intentos de asesinatos en el extranjero, espionaje y secuestros.

Los documentos son conocidos en la CIA como Las Joyas de la Familia, y su revelación pretende ser una jugada de la administración de Bush para lavar su imagen impopular frente a sus políticas belicistas y asesinas en el Oriente Medio.

Simple cortina de humo; sensacionalismo cínico de un régimen político cada vez más perverso y brutal que no se cansa de engañar al mundo entero acerca de sus supuestas cualidades morales sobre la “libertad” y los “valores democráticos”.

Desde su formación en los primeros tiempos de la guerra fría, la CIA constituyó un verdadero nido de espías entrenados para quitar de en medio a tanta vida que irradia amaneceres, para asesinar, para torturar, para masacrar el agónico parto de una nueva era, para liquidar todo tipo de obstáculo que se interpusiera sobre los intereses de Estados Unidos en el planeta.

Junto al Pentágono, los rígidos agentes de la CIA se han involucrado en derrocamientos de gobiernos populares que proponían simplemente soberanía frente a la esclavitud de la hegemonía del Tío Sam.

Nunca olvidaremos
la violencia desatada
la pobreza entronada
la matanza indiscriminada
de niños indigestados hasta el hartazgo de muerte.


Asesinatos de líderes populares, de presidentes contrarios a las políticas de Washington, de militantes sociales, de ciudadanos que acompañaban los vientos de cambios de un nuevo mundo próximo arremeter, fue el escenario sombrío imperante en los tiempos críticos de la guerra fría.

Entrenaron a personas para formar parte de escuadrones de la muerte, de fuerzas paramilitares, de ejércitos mercenarios y de fuerzas de seguridad represoras en aquellos países donde Estados Unidos no deseaba perder su dominio.

La CIA intervino en la guerra civil griega de 1946-1949 apoyando la persecución de comunistas y sus seguidores;

En Irán, en 1953, para liquidar la revolución nacionalista liderada por Mossedegh y restaurar así la monarquía absolutista del Sha de Persia;

En Guatemala, en 1954, apoyando el golpe derechista contra el gobierno progresista de Jacobo Arbenz;

En Cuba para derrocar a la Revolución Socialista, en 1961, apoyando a los exiliados anticastristas que fueron derrotados en la heroica resistencia de Playa Girón;
En Brasil, en 1964, colaborando con el golpe militar contra el gobierno democrático de Goulart;

En Indonesia, en 1965, para acabar con el régimen no alineado de Sukarno y provocar el asesinato de medio millón de personas por orden del general Suharto;
En Chile, en el golpe sangriento de septiembre de 1973 para derrocar al gobierno de la Unidad Popular encabezado por Salvador Allende e instaurar la tiranía pinochetista neoliberal;

En Sudamérica, durante 1975-1980, para colaborar con las dictaduras militares en la implementación del siniestro Plan Cóndor;
En Nicaragua, en los años ochenta, ofreciendo apoyo logístico y financiero a los “contra” que luchaban para destruir a la Revolución Sandinista…

Muchos ríos de tinta roja han sido el legado de este cínico autor, de este fétido escritor, que aun perdura en la prosa violenta y cancerosa que engloba el relato del tercermumdo.

Aún terminada la época de la bipolaridad mundial de guerra fría, la CIA continúa utilizando sus métodos asesinos e ilegales para asegurar el poder norteamericano global.

Toda la suciedad que se describe en los documentos desclasificados se sigue haciendo, solo que de manera más brutal y alrededor de todo el planeta, incluyendo su propia tierra.

Ojos y oídos del Tío Sam son los espías insensibles y disciplinados de la CIA, el organismo creado para hacer el trabajo sucio del dominio político, militar, ideológico y, por supuesto, económico, de Estados Unidos sobre todas los seres que habitamos este planeta.

Es hora que la tierra recupere al sol
y las mañanas, tardes y noches
recuperen sus días.


Grupo Editorial " Al Dorso"