- Editorial
Clase trabajadora infantil
El último fin de semana el calendario mercantil obligó a nuestra sociedad conformista a “festejar” el “Día del Niño”. El objetivo de los grandes mercaderes se había cumplido: vender y vender juguetes para ganar y ganar más dinero. Niños y niñas también serían utilizados por el mercado supuestamente para conmemorarlos y homenajearlos.
Una vez más, el sistema actual oculta la verdad.
La verdad sobre la realidad de la clase trabajadora infantil que sufre servidumbre y esclavitud en casi todo el planeta.
Para la clase trabajadora infantil no existe “Día del Niño”, ni recuerdo alguno… Ni siquiera juguetes de trapo.
El libre mercado jamás osará recordar a los casi 200 millones de niños con edades comprendidas entre los 5 y los 14 años que se ven obligados a trabajar.
La globalización liberal tan admirada nada nos dice de las empresas multinacionales que no tienen ningún tipo de problema en explotar a menores de edad.
Nada informan cómo en Malawi que las tabacaleras Philips Morris y Altadis emplean a decenas de miles de niños para la recolección y el secado de las hojas de tabaco.
O de los niños de entre 7 y 8 años que trabajan en los cultivos de plátanos de las multinacionales radicadas en Ecuador.
O de los miles de niños esclavos que explota la corporación Cargill en las plantaciones de cacao en Costa de Marfil.
O de las niñas explotadas por empresas textiles de Asia Oriental que sirven a las grandes marcas deportivas como Nike, Adidas y Reebok.
Los que se llenan la boca hablando de derechos humanos y de la paz mundial se olvidan de los 200 000 niños vendidos como esclavos cada año en África Central y Occidental, con la complicidad de gobiernos tiránicos y corruptos locales, apoyados y financiados por las países ricos de Occidente.
¿Acaso toda la opinión pública internacional sabe que precisamente en esos países orgullosos de su “civilización”, cerca de dos millones y medio de niños trabajan en condiciones lamentables y peligrosas, en la agricultura, la construcción, los talleres de confección y las fábricas de calzado?
¿Conoce todo el mundo la cruda realidad de los 120.000 niños trabajadores en Estados Unidos, de los 200.000 en España, de los 400.000 en Italia y de los dos millones en Gran Bretaña?
En esta supuesta armoniosa “aldea global” de los libres mercados y oportunidades individuales, más de 500 millones de niños viven con menos de un dólar al día; más de 100 millones de niños no van nunca a la escuela; cada año mueren 11 millones de menores de 5 años, es decir, unos 30.000 diarios, uno cada tres segundos...
A esto tenemos que agregarle la discriminación sobre las niñas. De los cien millones de niños no escolarizados, 60 millones son niñas. Por razón de su sexo, entre 60 y 100 millones de niñas han sido victimas de infanticidios, malnutrición y maltrato. Más del 90% del servicio doméstico son niñas entre 12 y 17 años. En algunas regiones de África y de Asia, la tasa de infectadas por el HIV es cinco veces más elevada entre las niñas que entre los niños.
Y desde 1990, en los actuales conflictos armados, incentivados por las potencias y sus multinacionales, más de un millón de niños ha perdido a sus padres o ha sido separado de su familia, más de 300.000 han sido reclutados como soldados, más de dos millones han sido masacrados en guerras civiles, más de seis millones han sufrido heridas, mutilaciones o minusvalías de por vida, doce millones se han quedado sin techo y alrededor de 20 millones han sido expulsados de sus casas.
Y Argentina tiene lo suyo, la clase obrera infantil creció un 600 por ciento desde 1998, es 5 veces más grande que la clase obrera automotriz!
Todos estos escalofriantes datos pertenecen a las realidades de este mundo globalizado, que no solo desprecia la vida humana, sino que también se ha encargado de violar la inocencia de millones de niños y niñas.
Un mundo en el que una minoría poderosa y arrogante no duda en violar el derecho a la vida de nuestros pequeños.
Un mundo en el que magnates y políticos ignoran abiertamente el futuro de los más vulnerables.
Un mundo de asesinos del lucro, el negocio y la riqueza que obligan a perder la inocencia de los que no pueden defenderse.
Luchemos también para que el “Día del Niño” se festeje realmente cuando se haya terminado la opresión que este régimen impone a niñas y niños en todo el planeta.
Este programa va dedicado a los niños, a ellas y ellos, los condenados a presenciar y sentir el frío de la muerte, en este lóbrego amanecer del nuevo milenio.
Grupo Editorial "Al Dorso"