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Programa 16 de agosto de 2007

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    • Diamantes de sangre en Sierra Leona

      Elecciones y… ¿final de otra guerra civil africana?




      Por Mauricio David Idrimi

      Una vez más, como es mala costumbre, nos enteramos del supuesto final de una guerra civil en África Subsahariana bajo patrocinio de la comunidad internacional.

      Un total de 2,6 millones de sierraleoneses estaban convocados a las urnas el pasado sábado 11 de agosto para elegir al sucesor del presidente Ahmed Tejan Kabbah, que no puede aspirar a su reelección, y renovar además el Parlamento. Estos comicios fueron los primeros que organizó Sierra Leona sin la protección de los cascos azules de las Naciones Unidas. No obstante, la organización internacional envió a Sierra Leona una formación de más de 3.000 policías y realizó una inversión de un millón de dólares en equipamiento para asegurar trabajos de seguridad pública, así como control de manifestaciones y lucha contra los incidentes en las calles.

      El panorama es el siguiente: siete candidatos - incluyendo al vicepresidente Solomon Berewa, candidato del gobernante Partido del Pueblo de Sierra Leona - compiten para ser presidente. Los expertos prevén una segunda vuelta porque será difícil que un único candidato se haga con el 55% de los votos en la primera vuelta. Por lo visto, se señala una intensa competencia entre Berewa y Ernest Bai Koroma, el candidato del opositor Congreso de Todo el Pueblo. Todo parece indicar de que ambos marchan cabeza a cabeza, pero con el Congreso de Todo el Pueblo manteniendo la delantera sobre su baluarte tradicional de los distritos del norte y el oeste, mientras el Partido del Pueblo de Sierra Leona se hace con la victoria en las regiones del sureste, que incluyen a la capital, Freetown.

      La prensa internacional y Occidente presentan este acontecimiento como un final de la guerra civil que azotó al país desde 1991 y que provocó la muerte de más de
      30 000 personas y más de 2 millones de desplazados.

      Actualmente Sierra Leona es uno de los países más pobres no solo de Africa, sino también del planeta. Posee alrededor de cinco millones de habitantes y su PIB per cápita es de 410 dólares, y su renta per cápita es de 140 dólares. Su tasa de crecimiento anula es del – 0,7 por 100, su producto nacional bruto es de 700 millones de dólares y acarrea una deuda externa de 1 148 millones de dólares.

      La esperanza de vida en Sierra Leona es de 40 años y la tasa de mortalidad infantil es de 316 por 1000. El 53 por 100 de los hombres son analfabetos, y el 75 por ciento de las mujeres lo son también.

      Sierra Leona está habitada por grupos étnicos diversos, pero los Mende en el sur y Temne en el norte suponen más del 60 % de la población total. Hay aproximadamente nueve grupos etno-lingüísticos más pequeños, incluidos los criollos y Limba.


      Un poco de historia

      Comerciantes musulmanes visitaron el país, llevando con ellos el Islam, mucho antes de que, en 1447, el primer europeo, el portugués Alvaro Fernandez, avistara sus costas. Los portugueses le dieron el nombre de Sierra Leona y convirtieron al territorio en una factoría comercial de dónde extraían café, aceite de palma y cacahuates, como así también esclavos.

      A finales del siglo XVIII, los británicos decidieron liberar a los esclavos y devolverles a África. En 1787 fundaron entonces la colonia de Sierra Leona como parte de un proyecto encaminado a encontrar un lugar para los negros y blancos libertos cuya presencia era indeseable en Inglaterra y América del Norte. En 1808 pasó a ser definitivamente una colonia británica, que fue creciendo territorialmente a medida que los británicos capturaban barcos de esclavos y depositaban su cargamento en Freetown, la capital. En 1821, Sierra Leona se fusionó con Gambia y Costa de Oro (hoy llamada Ghana) para crear los Territorios Africanos Británicos del Oeste.

      Durante los siguientes 50 años, la marina británica desembarcó 70.000 esclavos en Freetown. Los descendientes de los libertos se convertirían en los actuales criollos. Hacia el decenio de 1890 el colonizador británico se fue adentrando sobre regiones inexploradas por sus armas y halló resistencia por parte de los pueblos Temne y Mende, que libraron batalla contra los invasores europeos y finalmente fueron derrotados y sometidos (1896).

      Durante la época colonial tardía, los criollos fueron convirtiéndose en la elite local que colaboraba con los británicos. Luego de la segunda guerra mundial y en le contexto iniciador de la descolonización, el movimiento independentista estuvo dominado por los criollos de Freetown, que recibían apoyo de Londres, que confiaba en que si se lograba la independencia de Sierra Leona bajo el poder político del partido criollo, el país africano seguiría bajo tutela de Gran Bretaña. No obstante, los pueblos del interior del país se politizaron y en 1951 los Mende, organizados en el partido de Milton Margai, ganaron las elecciones locales de ese año, y empezaron a aumentar su influencia y poder tanto en la administración como en el ejército. El 27 de abril de 1961 los británicos accedieron a otorgarle la independencia a Sierra Leona y Margai se convertiría en el Primer Ministro del nuevo país. No obstante, las divisiones étnicas y la vigilancia británica contribuyeron a una inestabilidad política crónica.

      Milton Margai moriría en 1964 y le sucedería su hermano Albert. Durante el régimen de los Margai, los Mende tendieron a arrebatar la dominación criolla en las estructuras del Estado. Esto, llevó a los criollos a apoyar al Congreso de Todo el Pueblo, dirigido por el sindicalista de origen limba Siaka Stevens, quien derrotó en las elecciones de 1967 a Albert Margai. El predominio limba y de la élite criolla durante los primeros años del régimen del Stevens causaron un gran resentimiento de los Temne que habían ayudado al Congreso de Todo el Pueblo. Durante los años setenta, los Temne se unieron a los Mende en su oposición al gobierno. Después de que Stevens designó a un vicepresidente Temne en 1978, parecía que los Temne quedarían como el segundo grupo más influyente del régimen, junto a los Limba. Los Limba (menos del 10 por ciento de la población) han sido preeminentes en el Estado y el ejército desde que Stevens subió al poder en 1968, mientras que los criollos eran la clase económica dominante y apoyada desde el exterior por Occidente. En 1978 Stevens declaró un régimen gubernamental de partido único y en 1985 le sucedería Joseph Momoh.

      La guerra civil


      En 1991 una guerra civil estallaría en Sierra Leona como producto de las rivalidades étnicas. Entre el pueblo Temne se formaría una guerrilla rebelde, la del Frente Revolucionario Unido, liderada por Foday Sankoh, quien era apoyado por el presidente de Liberia de entonces, el genocida Charles Taylor. El 30 de abril de 1992, El Consejo Provisional del Gobierno Nacional (NPRC), dirigido por el capitán Valentine Strasser, de tan solo 26 años, da un golpe de estado y se hace con el poder gubernamental. Con el tiempo, Strasser favorecería a los Mende sobre otros grupos étnicos en su gobierno y en el ejército.


      En enero de 1996 sería derrocado por el golpe militar dirigido por el diputado Julius Bio, quien procedió a la organización de elecciones libres que serían ganadas, en marzo de ese mismo años, por un civil, Ahmed Tejan Kabbah, hasta mayo de 1997 en que fue derrocado por un golpe militar. Ahmed Tejan Kabbah es de origen Mende y su Partido Popular de Sierra Leona es fundamentalmente Mende. El Frente Revolucionario Unido ha denunciado en repetidas ocasiones que Kabbah ha marginado a los grupos étnicos que no sean Mende y que han empleado un criterio étnico en la designación de los ministros del gobierno.


      Tras el golpe de mayo de 1997, sin embargo, los rebeldes pidieron a Sankoh que apoyara al nuevo gobierno militar del comandante Johnny Koroma. Los hasta entonces rebeldes optaron asociarse con el gobierno militar, pero entonces, los Kamajors, las milicias Mende organizadas en base a los grupos de caza tradicionales, tomó el relevo de la lucha contra el gobierno del Frente Revolucionario Unido.


      Pero la crisis continuaría. En octubre de 1997, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas impone sanciones al régimen militar de Koroma, incluyendo compra de armas y petróleo. Kabbah, desde su exilio en Guinea, recibe apoyo de la compañía petrolera británica Sandline y envía ayuda financiera para sus seguidores. En 1998 kabbah logra regresar al poder con ayuda de fuerzas interventoras africanas comandadas por Nigeria y Guinea, pero las fuerzas de Sankoh resisten.


      En 1999 se pone un alto al fuego y Kabbah y las fuerzas del Frente Revolucionario Unido firman la paz. Las Naciones Unidas, a fin del año 1999, envían “cascos azules” para vigilar la paz. Al año siguiente hubo un rebrote de la violencia, que provocó la intervención británica cuyo propósito era evacuar a los civiles británicos y restablecer el orden. Finalmente, las fuerzas extranjeras mantendrían en el poder a Kabbah, mientras que lograban detener a Sankoh y encarcelarlo. El sucesor de este líder rebelde sería Issa Sese, quien seria partidario del diálogo. En enero de 200s se acuerda poner fin a la guerra civil. En 2004 se llevarían a cabo elecciones legislativas y en agosto de 2007 las elecciones presidenciales luego de que los rebeldes y el gobierno se pusieran de acuerdo para terminar definitivamente con la guerra civil.


      Diamantes de sangre


      Detrás de toda esta historia se esconde el protagonista auténtico y objetivo de todos los implicados en las luchas: los diamantes. Lograr el control del contrabando de la mayor riqueza del país es, fue y será la causa del malvivir de Sierra Leona. La mayor fuente de divisas para el país es la extracción de diamantes. La guerra civil de Sierra Leona es una guerra por el control de los campos de diamantes en el norte y el este del país, territorio del rebelde Frente Revolucionario Unido, conocido por su campaña sistemática de terror contra la población civil y el uso habitual de niños soldados. Desde el inicio de este conflicto en 1991, las fuerzas rebeldes han matado, violado, mutilado y secuestrado a decenas de miles de civiles desarmados, pero también las fuerzas aliadas del gobierno y las de mantenimiento de paz de África Occidental han cometido abusos contra los derechos humanos. El tráfico ilegal de diamantes desde zonas de Sierra Leona controladas por los rebeldes sirve para financiar ayuda militar destinada al Frente Revolucionario Unido, lo que le permitió continuar con los combates. Aunque las piedras de Sierra Leona sólo suponen el 1% del volumen mundial, son especialmente apreciadas por su calidad.


      En estos conflictos como el de Sierra Leona, las elites promueven la corrupción y la debilidad del estado, favoreciendo al auge de economías en la sombra y tráficos ilícitos. El comercio ilegal de diamantes alimenta a la guerra: con el dinero se compran armas, se pagan mercenarios y se corrompen gobiernos, en tanto las consecuencias las pagan las poblaciones con sufrimiento y pobreza sistemática. La venta de diamantes ilegales se ve facilitada por los insuficientes mecanismos de control y la falta de transparencia que existe en su comercialización. Estas piedras no hacen saltar las alarmas de los aeropuertos, los perros no las huelen, y se pueden convertir rápidamente en efectivo.


      Representantes de firmas importadoras y procesadoras de diamantes de Amberes (ciudad belga que comercializa dos tercios de todos los diamantes del mundo) adquieren en países africanos como Sierra Leona (además de Angola, Burundi, Congo-Kinshasa) sus paquetes de piedra en bruto y, con gran facilidad, los introducen en Bélgica, Gran Bretaña y la India. Los gobiernos belga, israelí y ucraniano están siendo presionados para que controlen más rigurosamente las transacciones que tienen lugar en Amberes, Tel Aviv y Kiev.


      Occidente tiene su alta cuota de responsabilidad en esta situación. Las armas son adquiridas en Occidente con el producto de la explotación ilegal de los diamantes. El gobierno de Kabbah ha concedido la licencia de explotación de los yacimientos en posesión de los rebeldes a Branch Energy. La empresa británica ha contratado a los mercenarios sudafricanos de Executive Outcomes para que colaboren con el gobierno en la eliminación de la guerrilla de Sankoh. La culpa de este movimiento guerrillero y su brutalidad quedan fuera de toda duda. Sin embargo, el mercado de diamantes de Gran Bretaña, el más importante del mundo, no puede prescindir, no lo ha hecho, de los yacimientos más importantes del planeta. No importa quién los domine, ni tan siquiera que dedique el dinero para mutilar, asesinar y oprimir a los ciudadanos de un país.La maltrecha y desprestigiada Organización de las Naciones Unidas y los países centrales, que declaman la lucha contra el terrorismo, adoptan -morosa y distraídamente- medidas burocráticas ante semejantes actos de terror protagonizados por estos "señores de la guerra" que mientras disputan el botín, siembran de cadáveres el suelo de Sierra Leona y de gran parte de Africa. Lo que realmente ocurre es que una parte sustancial de este botín, empapado en sangre, marcha hacia los civilizados mercados del "democrático" mundo capitalista.