.

Programa 9 de agosto de 2007


  • Internacionales



Vuelve la tensión en el sur de los Cáucasos:


Georgia acusa a Rusia

El martes último el gobierno de Georgia denunció que un avión de Rusia dejó caer un misil sobre un poblado georgiano, muy cerca de una casa, a unos 65 kilómetros de la capital Tbilisi. El proyectil no hizo explosión y desde Moscú niegan las acusaciones de violación del espacio aéreo georgiano. Se teme por un potencial conflicto bélico entre Georgia y Rusia.

Georgia formó parte de Rusia desde mediados del siglo XVIII hasta la caída de la Unión Soviética. Este país posee una amplia frontera con Rusia en el norte, y al sur limita con Armenia y Azerbaiján, ex repúblicas soviéticas también. Tras separarse de Moscú las tensiones con el gigante vecino ruso no cesaron. Esta situación sería altamente aprovechada por la Unión Europea y, especialmente por Estados Unidos, que observan con muy buenos ojos las posibilidades para explotar los recursos petroleros y de gas que existen en el pequeño país de los Cáucasos. Además, Georgia enfrenta tres movimientos separatistas, dos de los cuales, Abjasia y Osetia del Sur, pueden derivar en una guerra general. De hecho, ambas regiones funcionan de forma autónoma desde 1991, bajo la supervisión y control de Rusia, cuya intervención permitió poner fin a la guerra civil iniciada de 1989-1995, que devastó la economía georgiana. Abjasios y osetios desean unirse a Rusia, por lo que a Moscú le sería fácil reactivar los conflictos y sumir a Georgia en el caos. ¿Por qué? El actual presidente georgiano, Mikhail Saakashvili, producto de la denominada “Revolución de las Rosas” de noviembre de 2003 (que obligó al dirigente histórico Eduard Shevardnadze a dimitir), no oculta sus simpatías hacia Estados Unidos y aspira a que su país ingrese en la OTAN. Tal planteamiento es entendido por Rusia como un desafío.

Bajo Saakashvili Georgia se ha acercado progresivamente a la Casa Blanca en los últimos dos años. En 2005 los rusos se comprometieron a evacuar las bases militares que poseían en territorio georgiano. Como contraparte, centenares de asesores militares de la OTAN y de Estados Unidos llegaban a Georgia para entrenar a las fuerzas armadas locales en la lucha contra el terrorismo. En 2006 el gobierno georgiano expulsó a funcionarios rusos acusándolos de espionaje.

La Casa Blanca ve a este país como muy estratégico en su afán de detener la potencialidad rusa, por un lado, y, por el otro, de controlar los suministros de gas y petróleo. Saakashvili también se comprometió ante Washington en colaborar en la guerra de Irak. Hay que tener muy en cuenta que por territorio georgiano pasa un oleoducto muy importante y que interesa mucho a Occidente. Se trata del oleoducto que se inicia en Bakú, capital de Azerbaiján, otra ex república soviética fuera de la esfera rusa, y que se bifurca hacia el Mar Negro (en la ciudad portuaria de Supsa) y hacia Turquía, donde desemboca en el puerto de Ceyhan, en el Mediterráneo Oriental. Compañías petroleras norteamericanas han sido invitadas por el gobierno de Saakashvili para que se ocupen de la explotación del petróleo y el gas, actitud que puso en jaque a la empresa rusa Gazprom.

Pero no le sería fácil a Georgia integrase como socio efectivo de Occidente. Los roces con Rusia pueden caer en la nada. Dadas las circunstancias políticas internacionales, Estados Unidos, la gran esperanza de Saakashvili, poco puede hacer. Washington necesita de Moscú para presionar a Irán en el tema atómico y lo necesita también para mantener su presencia en Asia Central, de cara al conflicto en Afganistán. La guerra de Irak, por su parte, no le permite prodigarse en grandes dispendios económicos, de forma que Georgia tampoco encontraría respaldo económico para un enfrentamiento con Rusia. La Unión Europea, por su parte, difícilmente optaría por un enfrentamiento con Moscú en apoyo de Georgia, estando de por medio el tema energético, así como una multiplicidad de cuestiones económicas, científicas y políticas. Un conflicto bélico, asimismo, afectaría el oleoducto del Cáucaso antes mencionado. Estados Unidos, que patrocina el régimen de Saakashvili, tampoco necesita un conflicto armado en esta zona. Las hostilidades en una zona inmediata al oleoducto Bakú – Tbilisi - Ceyhan no les conviene. Es más, una eventual agravación de la situación en el área puede volver como un boomerang contra el propio presidente georgiano, lo que creará un dolor de cabeza para la Casa Blanca, que ya está harto de problemas propios: Irán, Irak, Oriente Medio… Por eso hay motivos para pensar que la postura estadounidense a este respecto (igual que la conciencia de que un conflicto con Rusia puede ocasionarle a Georgia un descalabro económico) puede servir de freno para el presidente georgiano.