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Tailandia, entre la monarquía longeva y el poder militar tutelar
Por Mauricio David Idrimi
Por Mauricio David Idrimi
El domingo 19 de agosto de 2007 los electores en Tailandia aprobaron una nueva Constitución para el país –un voto anunciado como un referéndum sobre el golpe que el año pasado derrocó al premier Thaksin Shinawatra–. Los resultados preliminares de anoche sugerían que un 58 por ciento de los tailandeses estuvo a favor de la nueva reforma, que además reduce el rol de los políticos y podría contribuir a que los militares mantengan su influencia en los próximos años detrás de escena. Las autoridades electorales del país estimaron que participó un 60 por ciento del electorado.
En la actualidad existen todavía las monarquías. Claro que son “constitucionales”, es decir, no son para nada “absolutistas”, sino “democráticas” y respetuosa de las libertades civiles. Eso es lo que dicen sus partidarios. En Tailandia existe una monarquía de ese estilo pro occidental que históricamente se ha caracterizado por su relativa estabilidad y los golpes militares contra gobiernos civiles que supuestamente dañan la figura del rey.
Desde que el país del sudeste asiático abolió la monarquía absolutista en 1932 ha tenido lugar 24 golpes de Estado y se han aprobado 17 constituciones. Con una población de 64,1 millones de habitantes, de religión budista en su mayoría, Tailandia se nos presenta como una monarquía constitucional, en la que la jefatura del Estado recae en el rey Bhumibol Adulyadej, en el trono desde 1946.
El reino anticomunista
Este reino del sudeste asiático nace por la unificación del reino de Siam en 1776, que en 1939 adoptó el nombre de Tailandia. En el siglo XIX las potencias coloniales europeas intentaron colonizar a Tailandia, pero el país se mantuvo como el único estado del sudeste de Asia que no fue colonia. A pesar de su independencia, la influencia occidental provoca durante ese período que se realicen muchas reformas, entre ellas el otorgamiento de importantes concesiones en favor de los intereses comerciales británicos. Una de dichas concesiones es la cesión de las tres provincias meridionales de Tailandia, que forman parte en la actualidad de Malasia, ex colonia de Londres. Hacia los tiempos de la segunda guerra mundial, el reino de Tailandia estuvo aliado a los japoneses, pero al término de las hostilidades, y, por el “temor rojo” que representaba ya la Unión Soviética y luego la triunfante revolución china liderada por Mao en 1948, el país pasó a convertirse en un firme aliado de Estados Unidos en Asia sudoriental en la guerra fría.
El actual rey Bhumibol Adulyadej llega al trono en 1946 a la edad de tan solo 19 años y patrocinado por la Casa Blanca, que armó a las nuevas fuerzas armadas reales formándolas para la guerra anticomunista en la región asiática. En la guerra de Vietnam, el reino de Tailandia ayudó mucho a las tropas invasoras norteamericanas en el conflicto sangriento contra las fuerzas comunistas vietnamitas, laosianas y camboyanas. En el decenio de 1970 mantuvo hostilidades fronterizas con el gobierno socialista de Vietnam unificado e intervino en la guerra civil de Camboya, apoyando a los seguidores de Pol Pot contra los comunistas pro vietnamitas locales.
En 1979 Vietnam, con ayuda de Laos, Cuba y Moscú, logró desalojar del poder al horroroso régimen seudo marxista de Pol Pot en Camboya, hecho que contó con el visto malo de Estados Unidos, Tailandia y… China (que invadió el norte de Vietnam durante nueve meses ese mismo año para presionar a Hanoi). Los vietnamitas apoyaron a los comunistas anti polpotistas, que fundaron la República Popular de Camboya. Tailandia y Estados Unidos se esforzaron por debilitar al régimen socialista camboyano apoyando a las fuerzas del príncipe Sihanuk, que estaba en el exilio. China todavía apoyaba a los polpotistas que resistían dentro de Camboya, pero su presencia se fue reduciendo de ese país por presión de Washington. En 1983 Tailandia se enfrentó con tropas vietnamitas en la frontera camboyana, como así también más tarde con tropas de la república socialista de Laos (que tenía fuerte presencia militar vietnamita). Hacia fines del decenio de 1980 las hostilidades con Vietnam y Laos terminarían, cuando en estos dos últimos países la nueva dirigencia comunista adoptó el modelo chino de “socialismo de mercado”.
El reino de Tailandia apoyaría a este modelo para sus vecinos socialistas, incrementando sus relaciones comerciales con Hanoi y Vientiane. Mientras tanto, Camboya caería nuevamente en la orbita occidental cuando en 1991 se dio por terminada la guerra civil y el príncipe liberal Sihanuk se hizo cargo del poder presidencial en Phnom Penh.
El poder militar avalado por su majestad y la Casa Blanca
El poder militar avalado por su majestad y la Casa Blanca
Los años anticomunistas del reino tailandés dieron mucho prestigio a los militares. Como se dijo al principio el país ha tenido lugar 24 golpes de Estado y se han aprobado 17 constituciones. El rey también ha desempeñado un papel primordial a la hora de apoyar a los militares, que siempre han sido los socios más importantes para Occidente y sus intereses económicos. Eran los garantes del orden contra las protestas sociales anti occidentales que constantemente presionaban a los débiles y corruptos gobiernos civiles, que prometían justicia social e igualdad en vano. Hacia el decenio de 1990, el reino enfrentaría el desafío de una guerrilla rural islámica al sur del país, que dio nuevo poder a los militares tailandeses, que argumentaban el lema pro norteamericano de “lucha contra el terrorismo islámico” para seguir interviniendo en la vida política del país. Precisamente en septiembre de 2006 los militares derrocaron al gobierno civil del premier Shinawatra, un multimillonario muy carismático y demagógico, quien había asumido funciones en 2001 tras vencer en las elecciones generales al frente de su partido, el Thai Rak Thai. Los golpistas habían sido apoyados nuevamente por la casa real del ya longevo monarca Bhumibol Adulyadej, y en agosto de 2007 lograron consolidar su poder cuando se aprobó una nueva carta magna bajo su tutela.
Para entender el proceso electoral tutelado por los militares del domingo 19 de agosto de 2007 en Tailandia, hay que analizar el último golpe de Estado en este país. El 19 de septiembre de 2006 los militares se hicieron con el poder en Bangkok, la capital, suspendieron la constitución y establecieron la ley marcial. El premier derrocado, Shinawatra se encontraba en Nueva York y al enterarse del hecho se exilió en Londres. La prensa norteamericana presentó al golpe militar tailandés como pacífico y a “favor de la democracia” (según el New York Times). Cualquiera puede darse cuenta que los medios de prensa norteamericanos elitistas, al igual que las elites de Bangkok, sentían cierta antipatía por Thaksin Shinawatra, el primer ministro derrocado, quien realizó las más ambiciosas reformas sociales que se hayan emprendido nunca en Tailandia y disponía de un masivo apoyo popular. La Casa Blanca y la Unión Europea han reconocido esas realizaciones (programas de desarrollo de las poblaciones rurales, anulación del sobreendeudamiento privado, creación de un sistema de salud pública a bajo precio), pero también las han calificado de “medidas populistas”.
Para la clase dirigente estadounidense, la democracia ya no tiene nada que ver con el gobierno del pueblo por el pueblo sino con el uso de cualquier medio que permita favorecer la instauración de un régimen al servicio de los intereses de Estados Unidos. Mientras tanto, el Departamento de Estado estadounidense condenó la utilización del golpe de Estado militar para resolver la crisis política tailandesa y llamó a una “devolución del poder a los civiles”, lo cual significa que Washington estaría dispuesto a aprobar la designación por los militares de un nuevo gobierno para sustituir el gobierno que el pueblo tailandés había escogido durante las elecciones… ¡Que casualidad! ¡Precisamente lo que tenía previsto el general Sonthi Boonyaratglin en la actualidad! Y es lo que sucedió este domingo 19 de agosto de 2007, pero bajo tutela militar.
Shinawatra no era tampoco un héroe antiimperialista, sino un demagogo y un político multimillonario muy corrupto que se dedicó también a enriquecerse aún más con las arcas del Estado. Shinawatra podría ser fácilmente comparado con un dirigente latinoamericano de los años noventa y neoliberal (como Menem en Argentina, Fujimori en Perú, Salinas de Gortari en México, etc.), es decir, pretendiendo estar del lado de las masas, pero a su vez cometiendo hechos de corrupción a sus espaldas. Pero Shinawatra también trató de mejorar un poco la vida de los tailandeses, como así también de modernizar la infraestructura del Estado realizando negociados empresariales propios que dejaban afuera a la burocracia militar. Tailandia no es más que un reino en el cual los civiles y los militares se disputan la riqueza social y los recursos económicos nacionales. Mientras tanto más del 20 por ciento de la población vive por debajo de la línea de la pobreza y está afuera del casino financiero que representa la bolsa de Bangkok y del crecimiento anual de casi el 6 por ciento. Por otra parte, están las multinacionales norteamericanas como Reebok, Nike, Adidas, que contratan a empresas textiles locales que explotan a niños y niñas, a hombre y mujeres, que trabajan más de doce horas diarias.
El poder militar actual se esconde bajo una supuesta democracia restaurada y garantiza el orden frente a las protestas civiles que piden más democracia frente a la corrupción tanto de los políticos como de los militares. Las fuerzas armadas llevan la de ganar, ya que reciben el visto bueno del rey y de la Casa Blanca, que ahora están “preocupados” por el peligro de los focos guerrilleros islámicos del sur del país. En la lucha por el poder local en el reino, los intereses norteamericanos prefieren ponerse del lado de las fuerzas armadas. Después de todo, estas son hijas de la guerra fría y poseen un alto componente de formación estadounidense.