- Editorial
Las luces ya se están apagando. Los escenarios se han vuelto a desarmar y las palabras cerraron su círculo vicioso. Hemos presenciado una vez más el espectáculo de excéntricos comediantes . La carpa de un circo histriónico devorará los restos que queden. Siempre habrá algo que llevarse.
Hemos elegido, dicen, hemos elegido. Pero no dicen, porque no es conveniente, lo que esconden su malabares, sus arrogantes y entumecidos actos, sus delirantes y agrietados pasos. No lo dicen, claro, cómo habrían de decirlo.
Se han quedado, para contabilizarlo entre sus manos, con el resto de dignidad que aún nos queda. Con los ríos de sangre que corren por la tierra hostil. Se han quedado con la miseria que han creado.
Y vemos, por sus pantallas, que ríen. Que ríen y festejan y brindan con nuestro sudor. Se abrazan pese a las lágrimas que desmoronan los días interminables de un pueblo sedado. Vemos, por sus periódicos, que derrochan infames promesas multicolores.
Ha sido un día democrático, dicen, oímos que dicen, observamos que aluden. Han estado, desdibujando sus semblantes, sus banderas, sus himnos y sus intereses. Han compaginado la historia para que cada palabra arrojada, aunque no menos hiriente que la anterior, encuentre siquiera una lógica. Allí están, ahora, cercenando los sobrantes dialécticos para que todo se asemeje a la nada.
Las luces ya se han apagando. Hemos presenciado una vez más el espectáculo de tristes, decadentes y parasitarios comediantes - de medio dólar- , que han logrado arrebatar con violento frenesí un tímido aplauso de un público prestado de resignación.
Hemos elegido, dicen, hemos elegido. Pero no dicen, porque no es conveniente, lo que esconden su malabares, sus arrogantes y entumecidos actos, sus delirantes y agrietados pasos. No lo dicen, claro, cómo habrían de decirlo.
Se han quedado, para contabilizarlo entre sus manos, con el resto de dignidad que aún nos queda. Con los ríos de sangre que corren por la tierra hostil. Se han quedado con la miseria que han creado.
Y vemos, por sus pantallas, que ríen. Que ríen y festejan y brindan con nuestro sudor. Se abrazan pese a las lágrimas que desmoronan los días interminables de un pueblo sedado. Vemos, por sus periódicos, que derrochan infames promesas multicolores.
Ha sido un día democrático, dicen, oímos que dicen, observamos que aluden. Han estado, desdibujando sus semblantes, sus banderas, sus himnos y sus intereses. Han compaginado la historia para que cada palabra arrojada, aunque no menos hiriente que la anterior, encuentre siquiera una lógica. Allí están, ahora, cercenando los sobrantes dialécticos para que todo se asemeje a la nada.
Las luces ya se han apagando. Hemos presenciado una vez más el espectáculo de tristes, decadentes y parasitarios comediantes - de medio dólar- , que han logrado arrebatar con violento frenesí un tímido aplauso de un público prestado de resignación.
Grupo editorial "Al Dorso"