- Editorial
515 años de resistencia
Mañana se cumplen 515 años de unas de las invasiones imperiales más impactantes de la historia de la humanidad. El 12 de octubre de 1492, de acuerdo a los viejos libros de historia, Cristóbal Colón “descubría” América, creyendo haber llegado a Asia Oriental. El mundo occidental posteriormente decretaría que ese sería el “Día de la Raza”, como si se tratara de una jornada de progreso humano, de avance de la “civilización” del viejo continente sobre el “salvaje” o “bárbaro” nuevo continente que fuera poblado hace 40.000 años.
A partir del 12 de Octubre de 1492, el pequeño reino ibérico de Castilla, bajo el poderío de los “Reyes Católicos” primero, y del soberano Carlos V después, conquistaría casi todo el continente americano con la ayuda de expedicionarios ambiciosos y religiosos católicos cruzados casi poco más de medio siglo. En fin se concretaría un genocidio masivo. No sólo Castilla sería responsable de tal fenómeno histórico, sino que Portugal, Inglaterra, Francia y Holanda también participarían de la desangrada historia latinoamericana. Las víctimas de esta expedición occidental ultramarina serían los pueblos originarios, los millones de aborígenes pobladores de esta vieja América.
En América los europeos en su afán de conquistar tierras y evangelizar a “infieles” casi han destruido por completo las culturas milenarias autóctonas, así como lo han hecho en su viejo continente con sus deplorables guerras contra los cultos musulmanes, creadores del álgebra, la poligamia, el baño cotidiano y otros logros superiores de la civilización.
Según datos históricos, se calcula que la llegada de los españoles a América existía una población de casi 70 millones de indígenas. Un siglo después solo existirían casi 3 millones y medio. Se sabe muy bien hoy en día que los pueblos indígenas del Caribe insular se extinguieron por completo. En México antes de la conquista española vivían 25 millones de indígenas: para 1600 la cifra solo era de un millón, lo que significó un descenso total del 95%.
En Perú las cifras se refieren de un descenso demográfico de casi 20 millones de indígenas en 1520 a menos de 600.000 en 1620.
Las enfermedades europeas como la viruela, el sarampión y la gripe, pero principalmente, la explotación, la coerción y el saqueo contribuyeron a tal genocidio sobre los indígenas.
Los pueblos originarios vieron socavado y distorsionado su orden social y cultural. Obligados a entregar su trabajo a los invasores, han luchado por mantener sus redes tradicionales. Se convirtieron en siervos forzados a trabajar en las nacientes haciendas, y en las oscuras minas en condiciones infrahumanas. En el rico Cerro de Potosí, Bolivia actual, los españoles fueron responsables de la muerte de 8 millones de indígenas que trabajaban en la mina para extraer plata, estaño, y cinc y esta masacre se dio en casi tres siglos.
Pero claro, para todo existe una solución, y para paliar el trágico descenso indígena, tuvieron los invasores que importar esclavos negros de África.
A base de servidumbre, esclavitud y saqueo de las tierras se forjó la “Globalización “de occidente y las condiciones primigenias del sistema capitalista mundial.
Este desafortunado legado histórico perdura.
Pero las luchas de los zapatistas en Chiapas, la del Movimiento Pachakutic en el Ecuador, la de los Mapuches de Chile y el sur de la Argentina, la de los aymaras y guaraníes en el Chaco boliviano – paraguayo, y la de todos los indígenas supervivientes a los largo y ancho de nuestra América, significa la continuidad del grito de resistencia de los que fueron asesinados hace 514 años atrás.
Ayer fueron los invasores procedentes de una Europa Occidental cristiana y a punto de convertirse en la cuna del capitalismo. Hoy la resistencia continua, contra nuevos y viejos invasores más genocidas y sanguinarios.
Bolivia, con la llegada de Evo Morales al poder en enero de este año, abría la esperanza de contrarrestar el dramático legado que se inició el 12 de Octubre de 1492. La expectativa de que esta América retome su historia sigue existiendo, como una pequeña llamita que en encienda el fuego de tamañas voluntades que se congregan para la recuperación de este continente.
También este martes se han cumplido 40 años de aquel 9 de octubre 1967, en donde la CIA asesinaba a uno de los más formidables referente que diera la historia revolucionaria de nuestra América, hace 40 años caía en combate Ernesto “Che” Guevara.
En medio de esta negra noche de coloniaje y agresión, la imagen del Che, muestra un camino para sacudir las cadenas. Camino duro, cruel y largo, pero un camino real para el triunfo.
El ejemplo del “Che” junto a los actuales movimientos indigenistas representan la resistencia permanente de nuestros pueblos ante el avance de una nueva cruzada “esclavista” que predomina en este mundo global asimétrico, basado en la explotación, la tortura, el engaño, la mentira, el saqueo , el hambre y la humillación.
El Che fue un hombre, no un mito. Ni un Salvador enviado del más allá ni un Dios de la mitología Griega, simplemente un hombre de exageradas dimensiones, “un ser de otra galaxia” como dicen poéticamente algunos, pero un hombre al fin, susceptible de emulación. Es la acción infalible, la palabra precisa, la idea profunda calada en lo más alto de los valores que imperan en nuestras conciencias. El Che es selva, yungas, y también urbanidad. Es el fusil incólume, el impacto de bala que nos apunta al centro del pecho. El Che es revolución, es otro mundo posible.
El hombre es el actor conciente de su historia. Sin esta conciencia, que engloba la de su ser social, no puede existir transformación alguna”
Grupo Editorial "Al Dorso"
