Lunes 5 de mayo de 2008
LA NACION
La deuda del país ya supera el nivel registrado en 2001
Es de US$ 144.728,6 millones, un 56% del PBI; sin manipulación del Indec sería todavía mayor
Por Rafael Mathus Ruiz
Esta suba, que elevó el pasivo hasta los US$ 144.728,6 millones, habría sido aun mayor si el Gobierno hubiera sincerado la inflación en el Indec. Pese a este maquillaje, el stock de deuda actual, tanto en términos nominales como en porcentaje del PBI, es ya superior al de 2001.
La deuda era, en el último año del gobierno de Fernando de la Rúa, de US$ 144.222 millones, un 54% del PBI. La cifra actual equivale al 56%, el segundo más alto de la región y dos puntos por encima del valor del último año de la convertibilidad. Si se incluyen los títulos públicos en manos de los holdouts , el grupo de acreedores que optó por no cambiar sus títulos en cesación de pagos en el canje de la deuda de 2005, la cifra ascendería al 67%. Ambos valores incluyen la deuda impaga con el Club de París.
Es de US$ 144.728,6 millones, un 56% del PBI; sin manipulación del Indec sería todavía mayor
Por Rafael Mathus Ruiz
Esta suba, que elevó el pasivo hasta los US$ 144.728,6 millones, habría sido aun mayor si el Gobierno hubiera sincerado la inflación en el Indec. Pese a este maquillaje, el stock de deuda actual, tanto en términos nominales como en porcentaje del PBI, es ya superior al de 2001.
La deuda era, en el último año del gobierno de Fernando de la Rúa, de US$ 144.222 millones, un 54% del PBI. La cifra actual equivale al 56%, el segundo más alto de la región y dos puntos por encima del valor del último año de la convertibilidad. Si se incluyen los títulos públicos en manos de los holdouts , el grupo de acreedores que optó por no cambiar sus títulos en cesación de pagos en el canje de la deuda de 2005, la cifra ascendería al 67%. Ambos valores incluyen la deuda impaga con el Club de París.
Hubo un aumento de US$ 4579,8 millones por la inflación, debido a que una parte de la deuda pública se indexa por el Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER), que se nutre de los datos oficiales de la inflación. Ese monto surgió a partir de la inflación que registra el cuestionado índice de precios al consumidor (IPC) del Indec. Según estimaciones plasmadas en un informe de la consultora Econométrica, si el Gobierno hubiera convalidado una inflación del 17% -el doble del dato oficial del área metropolitana- la deuda habría aumentado otros US$ 4800 millones. "El Gobierno al no indexar la deuda pública en pesos con la «verdadera» inflación no está evitando que la deuda aumente en términos reales, sino todo lo contrario: licua la deuda en términos reales", sostiene el informe.
El alza del gasto público, que el año pasado -con la suba de las jubilaciones, la moratoria previsional, la inversión en infraestructura y los subsidios- llegó al 46% y fue superior al de los ingresos, limitó la mejora del superávit fiscal primario, que alcanzó para cubrir el pago de intereses de la deuda, pero no para hacer frente a todas las amortizaciones del capital.
El Gobierno, por ende, debió emitir una nueva deuda para afrontar estos pagos. Parte de esos títulos fueron colocados en la cartera de inversiones de la Anses, para capitalizar el superávit de la seguridad social; en el Banco Central y, en menor medida, en otros entes no incluidos en el presupuesto, pero estatales, como la AFIP. Según la Secretaría de Finanzas, el Tesoro colocó deuda por US$ 1700 millones en el sector público el año pasado. También hubo nuevas emisiones de títulos para pagar deudas con jubilados y proveedores -reconocidas por sentencias o acuerdos judiciales-, que se sumaron a las colocaciones de nuevos títulos en el mercado (principalmente, los Bonar) y las licitaciones directas al gobierno de Hugo Chávez (los Boden). Así, la diferencia entre las nuevas emisiones de deuda y las amortizaciones redundó en un aumento neto en el stock de deuda de US$ 2494,1 millones, según las cifras oficiales. Algunos papeles de la deuda capitalizan una parte de los intereses, es decir, no se pagan, sino que se suman al capital del bono. La capitalización de intereses de los bonos Discount y Cuasipar, los préstamos garantizados y los Bocones elevó el pasivo en otros US$ 1088,3 millones. Los atrasos de intereses sumaron US$ 79,3 millones.
El alza del gasto público, que el año pasado -con la suba de las jubilaciones, la moratoria previsional, la inversión en infraestructura y los subsidios- llegó al 46% y fue superior al de los ingresos, limitó la mejora del superávit fiscal primario, que alcanzó para cubrir el pago de intereses de la deuda, pero no para hacer frente a todas las amortizaciones del capital.
El Gobierno, por ende, debió emitir una nueva deuda para afrontar estos pagos. Parte de esos títulos fueron colocados en la cartera de inversiones de la Anses, para capitalizar el superávit de la seguridad social; en el Banco Central y, en menor medida, en otros entes no incluidos en el presupuesto, pero estatales, como la AFIP. Según la Secretaría de Finanzas, el Tesoro colocó deuda por US$ 1700 millones en el sector público el año pasado. También hubo nuevas emisiones de títulos para pagar deudas con jubilados y proveedores -reconocidas por sentencias o acuerdos judiciales-, que se sumaron a las colocaciones de nuevos títulos en el mercado (principalmente, los Bonar) y las licitaciones directas al gobierno de Hugo Chávez (los Boden). Así, la diferencia entre las nuevas emisiones de deuda y las amortizaciones redundó en un aumento neto en el stock de deuda de US$ 2494,1 millones, según las cifras oficiales. Algunos papeles de la deuda capitalizan una parte de los intereses, es decir, no se pagan, sino que se suman al capital del bono. La capitalización de intereses de los bonos Discount y Cuasipar, los préstamos garantizados y los Bocones elevó el pasivo en otros US$ 1088,3 millones. Los atrasos de intereses sumaron US$ 79,3 millones.
Lunes 5 de mayo de 2008
LA NACION
El endeudamiento también alimenta la inflación
Por Héctor L. Giuliano Para LA NACION
Se habla mucho de la manipulación de cifras de inflación del Indec, pero se soslaya que la manipulación y la omisión de información sobre la deuda pública es tanto o más grave. Esta deuda es mayor que la admitida y constituye un factor inflacionario. Hoy se replantea en la Argentina el debate sobre las causas del recrudecimiento de la inflación y su magnitud, sin tomar debidamente en cuenta la presencia de elementos no tradicionales, como el peso creciente de los servicios de la deuda en el gasto público y el costo financiero fiscal del sostenimiento de la política de tipo de cambio alto. Los factores financieros que inciden en la inflación son básicamente dos: el costo financiero fiscal para sostener el tipo de cambio alto y la gravitación cada vez mayor de los servicios de la deuda pública en el aumento del gasto y del piso de las tasas de interés del mercado. El Banco Central interviene en el mercado para sostener un tipo de cambio a través de la compra de divisas excedentes de la balanza comercial. Para ello, emite dinero sin respaldo, que inyecta en la plaza, por lo que aumenta la masa monetaria; pero así presiona sobre la inflación. Con este dinero, el BCRA compra dólares que incrementan el stock de reservas internacionales, de modo que tales reservas devienen entonces en la contrapartida de la emisión realizada. Es decir que, por transposición de pasos, en lugar de primero obtener fondos y luego salir con los mismos a comprar divisas, el BCRA opera a la inversa: imprime los billetes primero y obtiene después el respaldo de la emisión efectuada, lo que da así una ecuación aparentemente equilibrada. Pero este mecanismo presiona sobre los precios provocando inflación. Entonces, el BCRA sale al mercado financiero para rescatar o esterilizar la mayor parte del dinero que emitió para comprar dólares, y lo hace por medio de la colocación de letras y notas de corto o muy mediano plazo por las cuales paga una tasa de interés promedio de 11 a 12% anual. Esto tiene el agravante de que el costo incide en el piso de las tasas del mercado, lo que se transmite a toda la economía. Por lo tanto, la política de dólar alto actúa como determinante de la inflación por la doble vía de un aumento del circulante y del alza de la tasa de interés.
El otro factor inflacionario es la deuda pública del Estado central, que al 31 de diciembre del año pasado, según cifras del Ministerio de Economía, era de unos US$ 174.000 millones (incluida la deuda impaga con los llamados holdouts).
Por Héctor L. Giuliano Para LA NACION
Se habla mucho de la manipulación de cifras de inflación del Indec, pero se soslaya que la manipulación y la omisión de información sobre la deuda pública es tanto o más grave. Esta deuda es mayor que la admitida y constituye un factor inflacionario. Hoy se replantea en la Argentina el debate sobre las causas del recrudecimiento de la inflación y su magnitud, sin tomar debidamente en cuenta la presencia de elementos no tradicionales, como el peso creciente de los servicios de la deuda en el gasto público y el costo financiero fiscal del sostenimiento de la política de tipo de cambio alto. Los factores financieros que inciden en la inflación son básicamente dos: el costo financiero fiscal para sostener el tipo de cambio alto y la gravitación cada vez mayor de los servicios de la deuda pública en el aumento del gasto y del piso de las tasas de interés del mercado. El Banco Central interviene en el mercado para sostener un tipo de cambio a través de la compra de divisas excedentes de la balanza comercial. Para ello, emite dinero sin respaldo, que inyecta en la plaza, por lo que aumenta la masa monetaria; pero así presiona sobre la inflación. Con este dinero, el BCRA compra dólares que incrementan el stock de reservas internacionales, de modo que tales reservas devienen entonces en la contrapartida de la emisión realizada. Es decir que, por transposición de pasos, en lugar de primero obtener fondos y luego salir con los mismos a comprar divisas, el BCRA opera a la inversa: imprime los billetes primero y obtiene después el respaldo de la emisión efectuada, lo que da así una ecuación aparentemente equilibrada. Pero este mecanismo presiona sobre los precios provocando inflación. Entonces, el BCRA sale al mercado financiero para rescatar o esterilizar la mayor parte del dinero que emitió para comprar dólares, y lo hace por medio de la colocación de letras y notas de corto o muy mediano plazo por las cuales paga una tasa de interés promedio de 11 a 12% anual. Esto tiene el agravante de que el costo incide en el piso de las tasas del mercado, lo que se transmite a toda la economía. Por lo tanto, la política de dólar alto actúa como determinante de la inflación por la doble vía de un aumento del circulante y del alza de la tasa de interés.
El otro factor inflacionario es la deuda pública del Estado central, que al 31 de diciembre del año pasado, según cifras del Ministerio de Economía, era de unos US$ 174.000 millones (incluida la deuda impaga con los llamados holdouts).
A esto habría que agregarle unos 27.000 millones de deuda no registrada, que la información oficial omite: más de US$ 12.000 millones de intereses que se capitalizan por anatocismo (intereses sobre intereses) durante el decenio 2005-2014; unos US$ 10.000 millones por el valor de mercado de los cupones ligados al PBI, y cerca de US$ 5000 millones por año por indexación de la deuda en pesos ajustada por CER (cuyo monto es equivalente hoy a US$ 57.000 millones). Si sumamos ambos conceptos, la deuda pública total de la Argentina estaría así en los US$ 200.000 millones, equivalentes a casi un 80% del PBI. La Argentina no amortiza los vencimientos de capital de la deuda -que este año son de unos US$ 20.000 millones-, sino que prácticamente los renueva en forma íntegra, y tampoco paga la totalidad de los intereses, porque una tercera parte de los mismos se capitaliza por anatocismo (3000 millones sobre un total de 9000 millones). Si sumamos estos intereses que se capitalizan a los 5000 millones por año de indexación de la deuda en pesos ajustada por inflación, más los pagos anuales de cupones ligados al PBI (1000 a 1200 millones) la deuda pública está aumentando entre 9000 millones y 10.000 millones por año, el mismo ritmo de crecimiento que tuvo durante la denostada década de 1990. Pese a lo que suele proclamarse, no es cierto que haya desendeudamiento. La deuda argentina sigue creciendo y el stock de pasivos del Estado central se encuentra hoy en zona de alerta. Por eso nuestro país continúa refinanciando deuda a una tasa cada vez más cara: el 13,3% por el Bonar 2013 y, antes, el 11,7% del Bonar V tomado por Venezuela en 2007. Son tasas tan elevadas como las que se pagaba en 2001 antes del default. El altísimo nivel de tasas que paga el Estado central actúa en concurrencia con las que paga paralelamente el BCRA por su colocación de Lebac y Nobac, que empuja la suba del costo financiero dentro de la economía a través del piso de las tasas de mercado. Tal aumento de la deuda y el pago de sus intereses constituye hoy uno de los principales rubros de incremento del gasto público, y ambos factores -tasa de interés y gastos crecientes- explican en forma determinante el aumento de la inflación que se está produciendo en la Argentina. El autor es licenciado en Administración y asesor en Finanzas Públicas
