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Programa 17 de julio de 2008

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  • Internacionales



Mauricio D. Idrimi

Genocidas del Sur y del Norte

El fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) acusó este lunes al presidente de Sudán, Omar al Bashir, de cargos de genocidio por crímenes de guerra cometidos en la región sudanesa de Darfur. Bashir se transforma así en el primer jefe de Estado en ser sindicado como responsable de crímenes de lesa humanidad por el argentino Luis Moreno Ocampo, fiscal de la CPI.
BBC Mundo, Lunes 14 de julio de 2008

Esta noticia causa mucha controversia por cierto. Una palabra es la que se torna protagonista: Genocidio. Palabra tan utilizada por amplios espectros de la política internacional. Su significado original hace referencia al asesinato de una etnia, de un pueblo entero. La memoria histórica inmediata de la opinión pública mundial cuando se habla de esa palabra tan fuerte rápidamente la liga al Holocausto de los campos de concentración nazi contra millones de judíos. O ahora se pone de moda divulgar algo de lo que sucedió con los armenios en 1916 en la represión del viejo imperio otomano. Y el presidente norteamericano G. W. Bush se ha referido a la palabra genocidio cuando se sentía “preocupado” por la situación en Darfur y sus miles de refugiados y muertos por una guerra generalizada en dos países africanos, Chad y Sudán. Si, un mandatario conservador ha utilizado la palabra genocidio para concientizar a la humanidad de un genocidio sobre africanos azotados por guerras civiles y de exterminio étnico. Como era de esperarse, los medios occidentales de desinformación presentan el siguiente cuadro esquemático: Sudán es el gobierno polémico y opositor a Estados Unidos en Africa subsahariana, y Chad sufre una guerrilla islámica y, por ende, Francia va en ayuda de su aliado, el presidente Idriss Deby Itno. Lo que sucede en Darfur queda para horrorizarse por un tiempo, o el tiempo que le dan los medios sensacionalistas, que toman como caso anecdótico y dramático lo que acontece en esos lugares alejados de la buena vida de la globalización de la Internet, las libertades de consumo, la tecnología de última generación y la frivolidad primer mundista. Recordemos, por cierto, el chantaje norteamericano de la lucha contra el terrorismo, esta vez en las tierras semidesérticas que integran Chad y Sudán. Una excusa ideológica y muy burda que no podía faltar en este tablero de ajedrez crítico. Pero otra vez, es el petróleo el que está inserto en otro conflicto internacional y en el Sur castigado.

Todo se desarrolla en el suroeste de Sudán: Darfur. Esta región pobre y árida en Sudán es escenario de luchas armadas desde inicios de 2003, cuando un grupo rebelde comenzó a atacar blancos oficiales. Los rebeldes acusaban al gobierno, dominado por los árabes del norte del país, de oprimir a la población negra. Milicias árabes pro gobierno, conocidas como Janjaweed, respondieron lanzando ataques contra la población negra. Se las acusa de ejecutar una campaña de limpieza étnica, buscando expulsar a la población negra de grandes extensiones de tierra. El acceso a tierras y áreas de pastoreo en Darfur ha generado históricamente disputas entre los árabes nómades y los agricultores negros de los grupos Fur, Massaleet y Zagawa. El gobierno del presidente Omar al-Bashir reconoció haber movilizado "milicias de autodefensa" luego de los primeros ataques rebeldes en Darfur, pero niega cualquier vínculo con las milicias Janjaweed. Estados Unidos y otros países han presionado a la ONU para que imponga sanciones económicas a Sudán. El Consejo de Seguridad acordó imponer restricciones de viaje y congelar los fondos a quienes cometan atrocidades en Sudán. La ONU, sin embargo, ha sido criticada por negarse a calificar la situación en Darfur como "genocidio". De haberlo hecho, los países que han firmado la convención de las Naciones Unidas al respecto estarían obligados legalmente a emprender acciones para poner fin a los abusos. Grupos de derechos humanos y el Congreso de Estados Unidos, han dicho en diferentes momentos que la situación en Darfur puede ser calificada de "genocidio". Ante la presión internacional y la amenaza de sanciones, el gobierno de Omar al-Bashir prometió desarmar a las milicias. La Unión Africana, por otra parte, ha intentado sostener negociaciones de paz. Más de 3.000 soldados de la Unión Africana han sido desplegados con un mandato limitado en 2006. Pero la situación sigue más conflictiva. Y aquí se suma la crisis política en Chad. Desde los inicios del decenio de 1990 gobierna el polémico líder pro occidental Idriss Deby, quien llegó al poder a raíz de un golpe militar que lideró en 1993 para derrocar a su predecesor, Hisene Habré, que a su vez había alcanzado la presidencia en otro golpe de estado en 1982. Hoy este país sufre una guerra civil en la que se enfrentan intereses políticos locales y foráneos. Pero el torbellino se concentra en la frontera oriental con Sudán y… Darfur. La composición étnica del este del Chad es similar a la de Darfur, con grupos árabes nómadas y grupos africanos sedentarios compitiendo por el control de la tierra y el agua. Chad es acusada por Sudán de apoyar a los rebeldes de Darfur, y Chad a cusa a Sudán de apoyar a rebeldes árabes contra el gobierno de Idriss. Francia y Estados Unidos apoyan a Idriss, mientras que rechazan al gobierno sudanés de al-Bashir, acusado de estar relacionado con Al Qaeda. Pero debemos adicionar el rol de China en todo esto. Y una vez más la codicia del “oro negro” por parte de las potencias occidentales y una China que pretende poner pie firme en Africa.
Naciones Unidas comenzó a retirar a su personal "no esencial" de la región sudanesa de Darfur luego de que el fiscal de la Corte Penal Internacional (CPI) acusara al presidente sudanés, Omar al Bashir, de crímenes contra la humanidad. Todavía no está claro cuántos trabajadores de la ONU se marcharán de Darfur. Organizaciones humanitarias han expresado preocupación ante un eventual brote de violencia luego de que el fiscal le pidiera a los jueces de ese tribunal que emitieran una orden de arresto contra el presidente.
La acusación de genocida contra Omar al Bashir ha causado inquietud entre los funcionarios de las Naciones Unidas (ONU) que temen posibles represalias contra Cascos Azules y trabajadores de organizaciones humanitarias desplegados en Darfur. Pero también estamos ante la hipocresía de los organismos internacionales a la hora de acusar con el dedo a dirigentes y mandatarios actuales. Ahora bien, ¿por qué no se ha acusado a Bush junior por su culpabilidad en la guerra ilegitima de Irak? Lo paradójico es que Estados Unidos no reconoce la jurisprudencia de la CPI. La CPI fue creado en 2002 como la primer corte permanente mundial sobre crímenes de guerra. Pero, una vez más la culpa la tiene el Sur. ¿Cuándo abandonarán los hipócritas juristas de la ONU esa ideología oculta que sigue mirando de forma condescendiente al Sur “bárbaro”?